¿Quién es el sujeto de este mural? ¿El oficinista descosido a quién le falta un botón? ¿El neurótico? ¿El transeúnte? Bustos escribe que el
hombre envuelto en una red de minucias, aprende a leer, a no desintegrarse en
lo pequeño, a extender una mano afuera de la infinita red.
La biblioteca como acervo queda expresada
en el juego de mosaicos que el juguetero ofrece de regalo al niño que
agoniza. Lo más importante del dispositivo es el cristal, aquel capaz de
cambiar los puntos de vista y de abrir a todas las combinaciones posibles.
La compra del regalo, y el
aprendizaje al que expone la muerte, nos hacen pensar en la biblioteca como “lectura”,
un acervo de relaciones, de posibles combinatorias, nuevas, diferentes,
¿infinitas?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario